martes, abril 04, 2017

entrada número veintisiete

Hoy será la última vez que te escriba. Solo quiero que lo sepas. A partir de hoy nunca más volveré a dirigirme a ti. Ya se que no te importa, lo demostraste hace tiempo. Pero hoy me reafirmo. Ha sido imposible descifrar algo de luz en ti. Solo eres una sombra, una negra sombra que evoca los peores sentimientos de aquel pozo donde no pienso volver a ahogarme jamás. Créeme, lo he intentado. Mientras te tenía delante rebuscaba en tu interior por si todavía encontraba algo bueno en ti, algo de aquella persona a la que le brillaban los ojos y no proyectaba preocupaciones con la mirada. Sin embargo, nada. Sólo un atisbo de incomodidad infinita. He visto muchas veces esa mirada dirigida a otros, por primera vez a mi. Es una pena, de verdad. Ya no te conozco, ya no sé lo que piensas. Pero sí sé una cosa de ti que no sé si todos los que te rodean sabrán. Lo que piensas, no lo dices. Sé cuando detrás de tus palabras se esconde la cobardía, la falta de sinceridad. No me importa, lo prometo. En mi nunca encontrarás nada de eso, y mucho menos la condescendencia con la que me atormentaste durante aquel verano de dos mil dieciséis. 

Claro que estoy siendo directa, siempre he odiado los rodeos, las medias tintas, por eso he llegado a la conclusión después de todo este tiempo de que nunca me conociste, o quizás nunca me di a conocer lo suficiente. Supongo que ni yo me conocía y en parte, tendré que estarte agradecida porque tus acciones hicieron explotar cosas en mi que permanecían ocultas. Me resulta irónico, darte las gracias a ti cuando no te mereces nada bueno por mi parte. Sin embargo, así es la vida ¿no? O ese destino del que tú me hablabas, el que ha vuelto a cruzarnos. Tranquilo, te doy las buenas noticias, no ha sido el destino, he sido yo. Mis decisiones de estos últimos meses me han hecho llegar hasta aquí y, fíjate, nos hemos cruzado. No hacía falta que pusieses esa cara de susto, seguirás tomando el camino de la derecha y yo el de la izquierda y es más que probable que no se vuelvan a enlazar.

Disfruta de estas últimas frases donde serás el protagonista. Ya nunca más volveré a escribir sobre ti. Otra cosa es que te puedas ver reflejado en sentimientos, ya más malos que buenos, que una vez provocaste. Aunque bueno, supongo que nunca leerás todo esto y estoy segura de que si lo hicieses tampoco lo dirías. Sigue tu camino, no vayas a cambiar ahora la ruta. Yo el mío lo tengo claro y por supuesto que llegaré a mi destino. A persistente no me gana nadie. Te deseo toda la suerte del mundo, cógela y guárdala en el cajón de la mesilla de noche de tu lado izquierdo de la cama, algún día la vas a necesitar y por si acaso nadie más te hace este favor, usa la mía. 

Y de verdad, de corazón, que te hagan muy feliz....iii...i..iz!

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